Reseña de «Elogio de la desobediencia»

Como ocurrió aquí durante la Transición. también en Polonia tuvieron que negociar en una misma sala los represores de una tiranía con los opositores que habían pagado con años de cárcel el rechazo a la dictadura. Fue en Varsovia, poco antes de la caída de la URSS y del bloque comunista. Junto a Lech Walesa, líder del sindicato Solidaridad, en febrero de 1989 Adam Michnik, como miembro de la llamada Mesa Redonda, donde se firmaron los acuerdos para una transición pacífica hacia la democracia, tuvo que saludar cordialmente al general Kiszczak, que en 1983 había intentado chantajearlo con su salida de la cárcel si se exiliaba a la Costa Azul. La respuesta de Michnik fue la misma que en marzo de 1968, tras ser detenido en una manifestación contra el régimen, le dio al oficial de Seguridad comunista que le invitó a irse a Israel a cambio de su liberación: ¡No!

A diferencia de otros intelectuales que cayeron seducidos por la utopía del hombre nuevo socialista, Michnik se mantuvo siempre firme e integro en favor de la democracia. Cuando ésta llegó, fundó (y desde entonces dirige) el diario más influyente del país, Gazeta Wyborcza. La antología de textos que publica ahora Ladera Norte, elaborada expresamente para esta edición por el propio Michnik y su traductor, Marciei Stasinski, recorre la biografía intelectual de quien sería reconocido con el Princesa de Asturias de Comunicación, desde sus ensayos teóricos de los 70, hasta el epitafio que escribió tras el asesinato de Navalny y su implacable denuncia de la actual dictadura de Putin.

 

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