Los daños colaterales de la revolución
La rusa y la cubana son ejemplos paradigmáticos de aquella «barbarie con rostro humano», que decía Bernard-Henri Lévy. Tanto una como otra mostraron su mayor grandeza en la creación de sus contrarrevolucionarios.
[…] Escrito con una prosa aguda y desgarrada, Entre Rusia y Cuba relata la vida de tres generaciones de una misma familia: la de Jorge Ferrer. […] En sus páginas se despliegan las relaciones entre el poder y el desarraigo; el mito de la revolución y su inestable carga de esperanza y destrucción. Procura un acercamiento al alma rusa y una irónica meditación sobre Cuba, también sobre los fantasmas del pasado y los expulsados de la historia. Toda revolución es la antigua rueda que, siglo tras siglo, aplasta a quienes la ven girar.
«Las revoluciones operan sobre el tiempo: abolen uno e inauguran otro. Son un parto y un funeral, la matrona y el sepulturero». Tanto la revolución rusa como la cubana dejaron mucha gente fuera. En las páginas de este libro, Ferrer divide a los sujetos de una revolución entre los byvshie, la «gente del tiempo pasado», y que el autor identifica con su abuelo; los apparatchiki, como se llama a funcionarios y miembros del poder revolucionario, en los que se ubica el retrato de su padre; y el pioner, un «pionero», que es como llaman en los regímenes comunistas a los niños que ven el futuro; en el caso de Ferrer, el futuro tenía la forma de los cascotes de la Perestroika.